MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY
DOMINGO 15 DE MAYO 2016 - PENTECOSTÉS
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn, 20,19-23
INVOCACIÓN
Ven, Espíritu Creador, e infunde en nosotros la fuerza
y el aliento de Jesús. Sin tu impulso y tu gracia, no
acertaremos a creer en él; no nos atreveremos a seguir
sus pasos; la Iglesia no se renovará; nuestra esperanza
se apagará. ¡Ven y contágianos el aliento vital de Jesús!
Ven, Espíritu Santo, y recuérdanos las palabras buenas
que decía Jesús. Sin tu luz y tu testimonio sobre él,
iremos olvidando el rostro bueno de Dios; el Evangelio
se convertirá en letra muerta; la Iglesia no podrá anunciar
ninguna noticia buena. ¡Ven y enséñanos a escuchar
solo a Jesús!
Ven, Espíritu de la Verdad, y haznos caminar en la verdad
de Jesús. Sin tu luz y tu guía, nunca nos liberaremos de
nuestros errores y mentiras; nada nuevo y verdadero nacerá
entre nosotros; seremos como ciegos que pretenden guiar
a otros ciegos. ¡Ven y conviértenos en discípulos y testigos
de Jesús!
Ven, Espíritu del Padre, y enséñanos a gritar a Dios «Abba»
como lo hacía Jesús. Sin tu calor y tu alegría, viviremos como
huérfanos que han perdido a su Padre; invocaremos a Dios
con los labios, pero no con el corazón; nuestras plegarias
serán palabras vacías. ¡Ven y enséñanos a orar con las palabras
y el corazón de Jesús!
Ven, Espíritu Bueno, y conviértenos al proyecto del
«reino de Dios» inaugurado por Jesús.
Sin tu fuerza renovadora, nadie convertirá nuestro corazón
cansado; no tendremos audacia para construir un mundo más
humano, según los deseos de Dios; en tu Iglesia los últimos
nunca serán los primeros; y nosotros seguiremos adormecidos
en nuestra religión burguesa. ¡Ven y haznos colaboradores
del proyecto de Jesús!
Ven, Espíritu de Amor, y enséñanos a amarnos unos a otros
con el amor con que Jesús amaba. Sin tu presencia viva entre
nosotros, la comunión de la Iglesia se resquebrajará; la jerarquía
y el pueblo se irán distanciando siempre más; crecerán las
divisiones, se apagará el diálogo y aumentará la intolerancia.
¡Ven y aviva en nuestro corazón y nuestras manos el amor
fraterno que nos hace parecernos a Jesús!
Ven, Espíritu Liberador, y recuérdanos que para ser libres nos
liberó Cristo y no para dejarnos oprimir de nuevo por la esclavitud.
Sin tu fuerza y tu verdad, nuestro seguimiento gozoso a Jesús
se convertirá en moral de esclavos; no conoceremos el amor que
da vida, sino nuestros egoísmos que la matan; se apagará en
nosotros la libertad que hace crecer a los hijos e hijas de Dios y
seremos, una y otra vez, víctimas de miedos, cobardías y fanatismos.
¡Ven, Espíritu Santo, y contágianos la libertad de Jesús!
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